Visto que no os apetecen los poemas, vamos a probar con algo fácil y cortito: un microrrelato de, digamos, 100 palabras como máximo. Además, voy a dejar lo de las poesías por si le interesa a alguien...
Escribid el microrrelato como comentario... ¡Suerte!
La mujer del cuadro sonreía. No era una sonrisa estandarizada, era una sonrisa sinuosa, que
ResponderEliminarimponía un aura de misterio a la cara de la joven; una sonrisa que evocaba antiguas historias románticas, la de Julieta; una sonrisa con una curva de desprecio, como la de Dafne; una sonrisa frívola y llena de profundidad; una fina sonrisa con un aire malévolo, cargada de un humilde orgullo; una sonrisa bondadosa, alegremente melancólica, sensualmente pura. La sonrisa de Afrodita y Atenea.
De pronto reparé en su título: “Retrato de una telefonista”, y me di cuenta de la riqueza de lo
cotidiano.
Me ví en una estación. Ví familias que esperaban al tren para ir de paseo, parejas para ir a un cine. Ví llegar un tren, me ví subir. Ví como una familia iba jugando y una joven leyendo. Ví como un universitario repasaba de nuevo, en el último momento, un exámen. Ví el tren detenerse, me ví bajar entre una marea de gente. Ví estudiantes, trabajadores, jubilados... que llegaban a tiempo a su destino gracias al ferrocarril. Y ví como el ferrocarril unía gente.
ResponderEliminarY me desperté. Y decidí hacer de mi sueño una realidad.
George Stephenson (inventor del ferrocarril)
Por fin te he encontrado. Aquí tienes un comentario, auque ya te dejaré un relato breve en otro momento.
ResponderEliminar"¿Cuál es el límite del ser humano?", me preguntaba. Era una pregunta inocente, y no llevaba intenciones malévolas. Aún así, provoqué esto. Todos ellos pasaron esto por mi culpa. La investigación nunca debería haber empezado. Pero lo hizo. Cada uno buscó su propio límite, quisieron saber cuánto soportarían. Lo que no sabían es que, cuando llegas a tu límite, no hay vuelta atrás.
ResponderEliminarEse fue el fin de su historia.